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jueves, 4 de octubre de 2012

Francisco de Asís






MENSAJE DE FRANCISCO DE ASIS – 21/10/2011


Cuando veas los ríos y arroyos correr hacia el mar sin detenerse, piensa que así 

debes correr tú, hermano mío hacia Dios, tu único bien.

Cuando sientas el canto de los pájaros, di para tus adentros, escucha como estos 
animalitos alaban al Señor ¿Y yo? Yo Te alábo con actos de amor.

Cuando veas los valles fertilizados por las aguas que descienden de las montañas, 
piensa que de igual manera, bajan del cielo las gracias, sobre los corazones humildes.

Cuando tu mirada descanse sobre el mar, piensa en la inmensidad y grandeza de Dios.

Cuando contemples los campos, las flores y los frutos que te alegran con su belleza
 y perfume, exclama ¡Cuantas maravillas ha creado Dios para mí en esta tierra, para 
invitarme a quererlo... y cuantas delicias me reserva junto a Él.

Cuando contemples, hermano mío, el cielo poblado de estrellas, piensa amado
 hermano, un día tendré la dicha de caminar sobre estas estrellas.

Cuando veas la fidelidad que muestra un perrito, agradecido por el cariño y alimento
 que le da su dueño, piensa que tú debes mayor fidelidad al Señor que te ha creado.
Pues El te conserva la vida y te alimenta, colmándote de dones.

Pues hermano mío, viendo a Dios, es como los hombres rendís vuestra voluntad a 
vuestro Creador. Vuestro Dios os colma de dádivas y regalos para ser cautivos de su amor.

Os ha dotado de un alma retrato suyo, la cual os la dio, y fue creada para vosotros 
con inmenso amor. Y por amor, creó el cielo y la tierra, y cuanto en ellos hay:
 las estrellas, los planetas, los mares, los valles, los metales… todo fue creado para
vosotros, por Jesucristo su Hijo, por quién todo fue hecho, a fin de que gozaras
 en plenitud la gloria de su amor.

Canta y ora a Dios con estas palabras:

“Dios mío y Señor amado ¡Cuantas cosas veo en la tierra y por encima de ella…
 y todas me dan voces y me convidan a que te ame… porque todas, a su manera
 me dicen que por amor a mí las has creado.

Buscas, amado Dios, que te escuche, que te conozca, que te ame! ¡Y yo tan distraído! 
Anduve tanto tiempo.

Ayúdame, bendito Maestro, a que nunca sea ingrato, que nunca cierre mis ojos
 y mi corazón, para que pueda reconocer siempre al instante tu Presencia en mi vida,
 y tu Voz hablándome dentro de mí.

No permitas, Padre, que pase un solo día sin agradecerte todo el amor que me
 has dado… que sepa reconocer, amado Dios, cuanto me amas… cuanto amas a 
todos los hombres… a los que tú me has llamado a guiar a tu Presencia… ya que
 has permitido que camine junto a tu Hijo… y que pueda estar en tu soberana 
Presencia un día, para gozar junto a los seres que amo de tu infinita bondad… 
y contemplar la belleza de tu Rostro soberano.

Todo esto te lo pido por intersección de María, nuestra Madre amada y tu esposa
 y por Jesucristo, tu único Hijo, nuestro amado Señor. Amén.”


Bendiciones, hermano mío.
Junto a Clara, os dejamos toda nuestra paz.
Que el don de Dios se derrame siempre en vuestros corazones, a fin de que podáis 
seguir sirviendo fielmente a Dios nuestro Señor, revestidos con el manto de la humildad.
 Mostrad el rostro amable y misericordioso de Dios, presente en medio vuestro, cada
 día de vuestras vidas.


Así sea.

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